El concepto de autoestima alta o baja constituye un continuum que se encuentra en los problemas que se nos plantean habitualmente en la clínica, sea cual sea el motivo de consulta. Ellis considera que el concepto lleva implícito una autoevaluación de mayor a menor, que se construye a partir de: 1. Los éxitos o fracasos que vayamos acumulando a lo largo de la vida, relacionados a nuestros ideales. El segundo factor son las opiniones que otras personas tienen, respecto de nosotros mismos.
Ellis, la considera que el concepto de autoestima no resulta beneficioso, funcional o racional en tanto:
1°. Nadie tiene éxito en todo ni fracasa en todo y es imposible asignar un valor "general" a una persona como tal.
2°. Lo apropiado es calificar a las acciones y no a las personas.
3°. La opinión de otros no puede modificar lo que realmente somos.
Ellis propone un concepto alternativo denominado autoaceptación incondicional. Supone el amor incondicional por el mero existir. Valorar la vida por respirar y vivir, sin condiciones de valor por éxitos obtenidos o por nivel de popularidad, valentía o comparación con lo que los otros significativos obtuvieron o se han desarrollado. La salud mental estaría en este sentido relacionada, con la aceptación de lo somos en tanto seres falibles, defectuosos, con debilidades y fortalezas. Esta posición filosófica nos posiciona con mayor flexibilidad ante los avatares de la vida.
Complementando y enriqueciendo las ideas de Ellis de autoaceptación incondicional, integramos las investigaciones de Neff 2003, con el concepto de AUTOCOMPASIÓN, definido como la amabilidad hacia nosotros mismos, aún ante la adversidad. Considera al ser humano como falible, con limitaciones. El desarrollo de habilidades de autocompasión busca la felicidad y su bienestar mediante la aceptación de lo que es, y no lo que debería ser.
La autocompasión se compone de la amabilidad hacia nosotros mismos en contraposición de la autocrítica. La amabilidad significa aplicar bondad, compasión, con nosotros mismo así como lo somos frecuentemente con nuestros pares. Aceptar que somos imperfectos y que no logramos siempre lo que deseamos. El segundo elemento relacionado, lo denomina la humanidad compartida en contraposición con el aislamiento. No ser o no tener lo que deseamos, o fracasar en alguna tarea o misión, usualmente se acompaña de sentimientos de culpa, vergüenza, de inadecuación, que nos lleva a creer que somos los únicos que nos ocurren este problema o sufrimiento. Considerar que otros están en situaciones peores o iguales, nos brinda una perspectiva más saludable que se contrapone al hábito de competición y comparación con nuestro entorno.
El tercer elemento que destaca la autora, es la atención plena o Mindfulness, en oposición a fusionarnos con nuestros pensamientos o emociones. La práctica habitual de Mindfulness, nos lleva a un estado mental de calma, de mente sabia, curiosa, dirigida en el aquí y ahora, que trata de no luchar con pensamientos negativos, sino simplemente observarlos, reconocerlos , aceptarlos, dejarlos ir.